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¿Es posible educar a nuestros hijos según la palabra de Jesús, aunque no profesemos ninguna religión en particular? En el post de hoy, en esa Semana Santa del 2024, te voy a revelar el auténtico y más importante mensaje de Jesús de Nazaret y de cómo aplicarlo en la educación de tus hijos. No te pierdas esa información, aunque no practique ninguna religión o no sea creyente, porque el mensaje que te revelaré es muy poderoso. No me creas, compruébalo tú mismo.
La Figura de Jesús
Normalmente, se asocia la figura de Jesús de Nazaret exclusivamente a la religión cristiana. Realmente, Jesús ha sido una figura importante en la historia de la humanidad, probablemente la más importante, marcando un antes y un después en la historia. Jesús es un gran maestro que nos ha enseñado a amar. Su mayor enseñanza es el amor entre las personas. Nos ha enseñado a amar al prójimo, a vivir la vida con amor.
Cuando nos dice que hay que seguirlo para vivir una vida plena, se refiere a seguir su enseñanza para vivir en abundancia y plenitud en esa vida. Él tenía la clave para una Vida exitosa en ese Mundo y nos quiso ofrecerla para que pudiéramos vivir en plenitud.
Sin embargo, su mensaje ha sido instrumentalizado, estructurado dentro de una institución, haciéndolo exclusivo solo para las personas que seguían la religión cristiana creada por los hombres, no por el mismo Jesús, que era una persona humilde y que simplemente quería enseñarnos la verdad para ayudarnos en nuestras vidas.
En la actualidad, pocas personas siguen una religión, y por ende pocos conocen el verdadero mensaje de Jesús Cristo. Además, en el mismo mundo cristiano, tampoco se ha enseñado siempre correctamente su mensaje. En el pasado, se han creado conflictos y hasta guerras dentro del mismo cristianismo, todo lo contrario de lo que quería Jesús, porque en los hombres prevale ese sentimiento de querer tener la razón, de considerarse superior a los demás, de falta de respeto por la opinión ajena.
Jesús y los Niños
Con ese video, quiero que recuperemos el auténtico mensaje de Jesús Cristo, libre de cualquier contexto religioso, para que todos lo puedan aplicar en la educación de sus hijos y en general en la vida entera. Jesús amaba a todos los niños, nos decía que para entrar en su reino, o sea para vivir una vida plena, había que ser como niños.
Eso significa recuperar la esencia, la inocencia, la apertura mental para aprender cosas nuevas, la fantasía, la imaginación, la fe, la esperanza que tienen los niños, hasta que venga un adulto a estropearlo todo con sus reglas adultocéntricas, su autoritarismo, su disciplina y sus violencias de cualquier tipo, cargándose la salud mental de los niños.
Jesús no era así, entendía las necesidades de los niños y los respetaba, defendiendo el mundo infantil ante los adultos. Jesús predicó, a lo largo de su vida, el amor incondicional, o sea, libre de cualquier condición. Amar sin esperar nada a cambio, hacer a los demás lo que nos gustaría que nos hicieran a nosotros.
El Mensaje más Importante de Jesús
Su gran mensaje fue: «Amad a los demás como a ti mismo». Eso implica amar primero a nosotros mismos, porque solo si nos amamos profundamente, seríamos capaces de amar a los demás.
¿Cómo podemos dar algo a los demás que no tenemos? ¿Cómo podemos dar amor a los demás, a nuestros hijos, si antes no nos amamos a nosotros? Sería un amor que nace desde la carencia, la escasez, un amor dependiente y con condiciones. Eso no es verdadero amor, eso es amor manipulativo.
Estoy seguro de que todos los padres dicen que aman a sus hijos, pero muchos niños no se sienten amados de verdad, no perciben ese amor. ¿Por qué ocurre eso? Justamente porque no nos amamos a nosotros mismos de forma incondicional, hagamos lo que hagamos. Vivimos en la culpa, en lo que dirán los demás, no aceptamos nuestros errores, nuestras debilidades. Eso es debido al tipo de educación que hemos recibido por nuestros padres y maestros y que seguimos arrastrando en nuestra vida, repitiéndolo también con nuestros hijos.
Si nos demostraban cariño solo cuando teníamos buenas notas, cuando nos lo comíamos todo, cuando obedecíamos, cuando nos comportábamos según sus expectativas; el amor que recibimos no fue incondicional, causando una herida en nuestro interior.
Si educamos de la forma tradicional y obsoleta, donde prevalen los castigos y las consecuencias, los premios, todo tipo de manipulaciones y chantajes emotivos, no demostraremos amor a los hijos. De ese modo, los niños se sienten merecedores de amor solo si cumplan las expectativas de sus figuras de referencias y esa carencia les acompañará para toda la vida, si no se sanan estas heridas emocionales.
El Amor Incondicional
Un niño, para su óptimo desarrollo cerebral, que incluye su desarrollo emocional, su salud mental y fisiológica, necesita recibir amor incondicional por parte de sus figuras de referencia, haga lo que haga, sin recibir etiquetas de niño malo, caprichoso, mal criado, miedoso, llorón, tonto, y muchas otras etiquetas dañinas.
El trato que recibimos en nuestra infancia y adolescencia marcará toda nuestra vida; son las fases más importantes de nuestra vida. Sin embargo, en la sociedad y en las familias, a lo largo de los siglos y hasta la actualidad, se ha normalizado el mal trato hacia los niños. No entendemos sus necesidades, desconocemos el funcionamiento de su cerebro, no nos preocupamos de aportarle lo que necesitan de verdad.
Hay educadores y psicólogos, también presentes en las redes sociales, que han caído en ese molde y han normalizado ese trato hacia los niños, alimentándolo aún más, disfrazado de buenas intenciones. Afortunadamente, hay filosofías educativas, como la Educación Real, que se basan en la evidencia científica y defienden el bienestar absoluto de los niños y adolescentes.
Para educar correctamente a nuestros hijos, lo que debemos hacer es recuperar el mensaje original de Jesús Cristo y aplicarlo en vuestra vida diaria, da igual en lo que creemos. Es simplemente amar de forma incondicional a nuestros hijos, sin esperar nada a cambio, sin esperar que se porten de una determinada forma, sin expectativas, sin juicios, sin premios ni castigos, sin amenazas, chantajes, manipulaciones, gritos, sumisión de ningún tipo, sin autoritarismo, entendiendo que somos guías, no somos ni jefes ni jueces. Debemos acompañarle durante su infancia y adolescencia con amor, respeto, con el ejemplo.
Amarse a Sí Mismo
Para ser un ejemplo de vida para nuestros hijos, el primer paso es aprender a amarnos a nosotros mismos de verdad, y vivir una vida plena, con un propósito de vida, cuidándonos a nosotros mismos, para poder brindarle amor verdadero y auténtico. Ese amor puro que todos tenemos dentro de nosotros, pero que hemos tapado a causas de las heridas emocionales que se han formado en nuestra infancia y adolescencia.
Debemos tomar consciencia de nuestras heridas y aprender a sanarla, posiblemente acompañados por alguien que nos pueda ayudar en ese proceso. Es la única forma para vivir en plenitud, en abundancia, y poder amar de verdad como Jesús nos enseñó a lo largo de su vida.
Todos somos dignos de vivir una vida de abundancia, de paz, de gozo, de plenitud. El ingrediente es el Amor. Tu hijo se merece tu mejor versión. No postergues tu felicidad, tu vida no tiene precio.
Espero que estas palabras te hayan llegado al corazón y que decidas tomar las riendas de tu vida. No postergues más, tu cambio empieza hoy. Si quieres que te acompañe en ese viaje de autodescubrimiento y de sanación interior, visita nuestra academia online para padres en familiaycrecimiento.com y contáctame para recibir más información sobre nuestros servicios.
Comenta aquí abajo cuál es para ti el mensaje más importante de Jesús de Nazaret y comparte ese post con todas las personas que consideras que le pueda interesar ese contenido.
Te deseo una feliz semana en familia. Un fuerte abrazo.
