Educar sin castigos ni premios
¿Crees que castigar o aplicar consecuencias es la forma más efectiva de educar o no encuentras otra forma de criar a tus hijos? ¿Te gustaría aprender a educar a tus hijos con verdadero amor y respeto sin la necesidad de recurrir a castigos, premios y consecuencias?
Hoy hablaremos de las terribles consecuencias que tiene una crianza basada en premios y castigos. Te enseñaré que educar con amor y respeto es posible y al mismo tiempo eficaz, sin la necesidad de dañar la relación con tus hijos. Quédate hasta el final para aprender juntos.
La educación tradicional, en la familia y en la escuela, se ha basado durante décadas en intentar corregir las supuestas malas conductas de los niños a través de castigos, retirada de beneficios, y premios para reforzar la conducta deseada. En la actualidad, se siguen utilizando esos pseudo métodos, con resultados nulos, aunque erróneamente pensamos que funcionan, dado que el niño, de forma temporal, deja de presentar el comportamiento que deseamos extinguir, aunque en futuro se vuelva a presentar.
En primer lugar, muchos comportamientos que consideramos malos, son conductas normales en los niños. Los niños no son adultos, su funcionamiento cerebral es muy distinto. Necesitan jugar, moverse, hablar, preguntar, reír, llorar, enfadarse libremente. Sin embargo, en la escuela desde temprana edad, no se les permite ser sí mismos, se les enjaula para que aprendan normas para comportarse según el interés adulto, que intenta manipularlo para que no moleste y haga lo que se le manda sin rechistar. Si alguien lo hace, se etiqueta como niño malo, que tiene una mala conducta.
Realmente, el niño que se porta de esa forma, está intentando no perder su verdadera esencia, por eso se rebela. Sin embargo, el niño considerado bueno, que acepta portarse según las normas establecidas, está perdiendo su yo verdadero, para crearse un personaje que llevará toda su vida, cambiándolo de vez en cuando.
Dicho eso, veamos por qué no hay que castigar a los niños.
Los castigos, que a veces llamamos consecuencias, pero realmente son lo mismo, son correcciones impuestas por un adulto, el cual se cree un juez con el poder absoluto de ejercer su autoridad de padre o maestro sobre el niño.
Esta actitud se basa en el adultocentrismo, un tipo de violencia estructural normalizada en nuestra sociedad, donde el adulto se coloca en un escalón superior al niño, creyendo de forma equivocada que tiene la verdad absoluta y el pleno poder de ejercer su fuerza ante los niños y adolescentes. Incorpora las funciones de policía, jefe y juez a la vez.
Sin embargo, un padre o un maestro deberían ser simplemente un guía amable y respetuoso, una figura de referencia que acompaña amablemente a unas personas vulnerables en su fase de desarrollo, la infancia y adolescencia, que son las etapas más importantes de nuestra vida.
Los niños tienen todo el derecho de equivocarse sin que nadie le juzgue y los castiguen, hagan lo que hagan. Su cerebro está en desarrollo y en una fase delicada de su programación cerebral. Si recibe las informaciones equivocadas, su cerebro no se programará de forma óptima, con consecuencias en el presente y en el futuro.
Si el niño piensa que es malo, que lo que hace no es correcto, asumirá que algo está mal en él, tendrá baja autoestima, miedos irracionales, poca valoración de sí mismo. De adulto, tendremos problemas de valoración debido al concepto que hemos asumido de nosotros en nuestros primeros años de vida.
Y educar con castigos es una de las causas principales.
Es una metodología que provoca muchos daños en los niños. Puedes comprobarlo tú mismo mirando la sociedad actual, donde la mayoría de la gente no vive en paz y plenitud, hay rencores, odios, baja autoestima, frustración, desconocimiento emocional, conflictos familiares a diarios. Hemos normalizado todo eso; sin embargo, no lo es.
Si observas cómo vive un niño pequeño, te acercarás a tu verdadera esencia, que es puro gozo, alegría y plenitud. Sin embargo, la sociedad nos ha moldeado desde pequeño, siendo la familia y la escuela los primeros responsables, inculcándonos creencias y patrones mentales equivocados, que repetimos de forma automática, sin cuestionar, repitiendo los mismos errores con nuestros hijos y alumnos.
Castigar a un niño en su desarrollo vital por su comportamiento supuestamente equivocado, no es educarlo, es manipulación emocional, con consecuencias nefastas para su óptimo desarrollo. Nos aleja de sus necesidades, crea resentimiento, ira en el niño, rompiendo con el tiempo el vínculo con sus padres. No nos extrañemos si de adultos muchos hijos se alejan de sus padres y quieren verlos poco. Cuando se rompe el vínculo en la infancia y adolescencia, no es fácil reconstruirlo en la vida adulta.
Los premios son la otra cara de la medalla de los castigos. Premiar a un niño por una conducta que nosotros consideramos buena, es manipularlo para que actúe según nuestras expectativas. El funcionamiento del cerebro humano no es igual al de los perros u otro animal, no se debe moldear el comportamiento del niño a nuestro antojo, reforzando lo que hace bien según nuestras expectativas.
Debemos desechar la idea de que hay niños buenos y malos o que hay buenos o malos comportamientos, como explico también en otra clase del canal, que te dejo aquí arriba y en la descripción. Dar premios no educa, simplemente es manipulación.
Tampoco podemos aplicar consecuencia por su comportamiento. Si, por ejemplo, el niño tarda en hacer sus tareas (que tampoco debería hacer porque los niños aprenden jugando), no le puedes decir que después no habrá tiempo de ir a jugar al parque infantil. Eso es un castigo impuesto, por mucho que la pedagogía moderna la llame consecuencia.
El niño tiene todo el derecho de ir al parque a jugar, y su guía no debería prohibirle ese derecho, haga lo que haga. Lo que sí puedes hacer, si insiste que tu hijo haga los deberes, es ayudarle en esa lidiosa tarea, o decirle amablemente a su maestro que no le mande deberes domésticos, dado que los niños en su tiempo libre, después de haber pasado horas sentados en el colegio, tienen derecho a jugar.
Eso es ser un guía responsable y educar con amor y respeto. Todos los demás métodos educativos son chantajes emocionales y manipulaciones, que dañan emocionalmente al niño, provocando un incorrecto desarrollo cerebral y rompiendo el vínculo de amor con sus figuras de referencias.
Si quieres educar con verdadero amor y respeto, lo único que debes hacer es ser comprensivo con tu hijo, respetar su desarrollo cerebral, ser tolerante, cariñoso, utilizando el contacto físico, palabras dulces y delicadas, aportando un óptimo acompañamiento emocional y amor incondicional, sin exigencia ni expectativas de ningún tipo. En nuestra Academia online para Padres encontrarás muchas clases que te ayudarán en tu labor de padre consciente, no estás solo.
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