"niños buenos y malos"

El peso de las etiquetas: ¿hay niños buenos y malos? ¿O es solo un mito?

El peso de las etiquetas: ¿hay niños buenos y malos? ¿O es solo un mito?

Tabla de Contenido

Queridos lectores 😀,

Me alegro de compartir con todos vosotros mis opiniones y puntos de vista sobre educación infantil y aportar mis nuevos y actualizados conocimientos a todos los que se preocupan para mejorar la relación con sus hijos. En mi Blog encontrarás muchos artículos sobre la filosofía educativa correcta que te ayudará en la educación de tu hijo. Te va a ser muy útil en muchas ocasiones y te ayudará a comprender y a conocer mejor a tus niños. 

En los últimos post, sin embargo, trato argumentos diferentes con respecto al principio, como la instrucción escolar y las notas académicas, la alimentación, la comunicación, la inteligencia emotiva. Mi intención es que los padres no vean la paternidad y la maternidad como un sistema de técnicas y normas educativas, sino como una posibilidad de ampliar los propios conocimientos, ver otro punto de vista, tener el valor de poner en discusión las creencias aprendidas en el pasado que nos condicionan diariamente, influyendo negativamente en nuestra educación y en la relación con nuestro hijo.

La paternidad como crecimiento personal

 

Entiendo la paternidad como una oportunidad de crecimiento personal, de introspección personal, con el fin de conocer mejor a nosotros mismos. Nos hace más responsables de nuestros comportamientos, ideas, valores. Nos permite llegar a entender que la conducta de nuestro hijo es el reflejo de nuestra persona, de lo que somos, de nuestros hábitos, de nuestra relación de pareja y de como actuamos diariamente. 

En este nuevo contexto, hoy hablaremos del peso de las etiquetas que infringimos a los niños y de la influencia en su desarrollo personal. En particular, analizaremos si de verdad hay niños buenos y malos o son patrones culturales que hemos heredado del pasado y que podemos deshacer de nuestra mente.

El peso de los juicios y de las críticas

La mente humana está programada para juzgar, dado que, desde pequeños, escuchamos constantemente emitir juicios por parte de nuestros familiares, en la TV y en nuestro entorno y lo asumimos como algo normal. Solemos etiquetar cualquier hecho como bueno o malo. Sin embargo, podríamos ver las cosas desde una perspectiva diferente. Realmente no hay sucesos ni buenos ni malos, todo depende de como nosotros reaccionamos ante ellos

Lo mismo nos ocurre cuando etiquetamos a una persona como buena o mala. Lo que estamos haciendo es emitir un juicio sobre esta persona y sus comportamientos, sin saber lo que siente de verdad dentro de sí, dado que desconocemos su pasado y las razones que la impulsan a actuar de tal manera. 

Lo mismo hacemos con los niños. Los etiquetamos como niños buenos o malos a causa de las creencias que hemos aprendido desde nuestra infancia. En la escuela se sigue etiquetando a los niños de esta forma. Encima dejamos que los jóvenes alumnos se encarguen de etiquetar a sus compañeros como buenos y malos, dándole el poder de juzgar a sus amiguitos, escribiendo en una pizarra el nombre de los niños con «malos» comportamientos. Cuando yo era niño ya se hacía, pero lo más absurdo es que se siga haciendo con naturaleza en el tercer decenio del siglo 21! 

¿Qué les estamos enseñando a estos niños? ¡Que hay niños buenos y malos y que tenemos la potestad divina de juzgarlos! Les estamos programando desde pequeños a juzgar al prójimo, a ser jueces de los demás, y lo mismo harán de adultos con sus propios hijos. ¿No es absurdo si te pones a pensarlo? No sólo los etiquetamos como buenos o malos estudiantes con las notas, influyendo negativamente en su autoestima y autoconfianza, encima le enseñamos que es normal juzgar a los demás y ser juzgado por cualquier cosa hagamos.

Desgraciadamente en familia las cosas no son mejores. Continuamente se juzgan los comportamientos de los niños, porque suponemos que los padres somos jueces que tienen que aprobar o reprimir castigando los comportamientos de sus hijos, en lugar de comprenderlos y ayudarlos a mejorar. 

Pero no solo juzgamos a nuestros niños. También juzgamos a los demás, al vecino, a los hijos del vecino, a nuestro compañero de trabajo, al tiempo, al gobierno, y a todo lo que se mueve en el planeta. Todo eso se programa, en los primeros años de edad, en el cerebro de los niños, los cuales empezarán a hacer lo mismo y terminarán de adulto juzgando y etiquetando a los demás, a no ser que alguien decida conscientemente de romper esta cadena perjudicial.

Programación mental

No es nuestra culpa si estamos acostumbrados a etiquetar y a juzgar cualquier cosa y persona. Como hemos visto, lo aprendimos inconscientemente desde temprana edad. Sin embargo, tenemos la posibilidad de deshacernos de este patrón mental nocivo, despertando conscientemente hacia un nuevo modelo de pensamiento. Es posible en cualquier momento resetear nuestro cerebro, deshaciéndonos de los viejos modelos del pasado e incorporando nuevas creencias. 

El primer paso para aprender cosas nuevas y mejorar como personas es desaprender y liberarnos de las ideas nocivas del pasado que tenemos incorporadas en nuestro cerebro. Me gustaría enseñar a todos como se hace, pero en un post es imposible explicar las técnicas para hacerlo con éxito. Aquí nos centraremos en cómo podemos dejar de juzgar a nuestros hijos, dejando la transformación y el desarrollo personal a la mentoría personal, para los que lo desean.

Características de un niño bueno

En el imaginario colectivo, un niño bueno tiene las siguientes características: no molesta, obedece a todo lo que le decimos sin cuestionar, no grita, se queda quieto en un sitio sin correr por todo lado, tiene buenas notas académicas, etc. Prácticamente, es un niño convertido en robot que no exprime líberamente sus emociones, reprimiéndolas en su interior. Para muchos padres es el niño perfecto, del cual estar orgulloso. Enriquece nuestro ego, porque nos hace creer que somos buenos padres por tener un niño tan bien portado

En realidad, detrás de esta imagen de niño bueno, se esconde una persona que está reprimiendo sus emociones para complacer a sus padres y a su entorno. No tiene aún la valentía para exprimir lo que siente, no quiere decepcionar a los demás. Se comporta de tal manera únicamente para complacer a sus padres en lugar de expresar su verdadero ser. ¿De verdad crees que un niño con estas características se puede considerar como bueno? ¿Quieres que tu niño de adulto, y también en su infancia y adolescencia, sea una persona independiente, que piense y actúe con su cabeza, o que su forma de actuar dependa del juicio y de la voluntad de los demás?

Educar a la independencia

Yo creo que la sociedad, sobre todo en este momento histórico que estamos viviendo, necesite a personas que piensen y actúen con su cabeza, no que sean pequeños esclavos que simplemente obedecen a una orden. Por esta razón, hay que fomentar en los niños la independencia, la libertad de pensamiento y de actuar como desean, sabiendo que detrás de cualquier comportamiento hay una razón que lo motiva. 

Por supuesto, hay que poner límites, pero que sean conscientes y acordes a la situación, no que sean irracionales. No hay que reprimir el comportamiento y las emociones de los niños, debemos aprender a acompañarlos emocionalmente en su proceso de crecimiento y desarrollo personal.

Falsos mitos sobre niños malos

Veamos ahora las características de un niño que la sociedad califica como malo. Suele ser rebelde, inquieto, contestón, no suele obedecer a la primera, no se queda quieto en un sitio. Es explorador, curioso, suele hablar mucho y hacer muchas preguntas y a menudo no se conforma con las respuestas recibidas si no son de su agrado. Suele ser muy independiente, pero al mismo tiempo llama mucho la atención con sus comportamientos. Suele ser muy inteligente, a pesar de que pueda tener o no malas notas en el colegio. 

Es un niño incómodo para los maestros, los cuales a menudo intentan asociarle algún trastorno psicológico para que reciba ayuda y así quitárselo de encima. Se siente incomprendido, poco valorado y poco amado y este malestar que vive diariamente suele dar lugar a formas de agresión y de rebeldía hacia sus compañeros, maestros, hermanos y familiares. Es su válvula de escape para desahogar su frustración. Suele ser etiquetado como niño malo por su entorno y eso contribuye a amplificar sus comportamientos negativos, en lugar de ayudarle a mejorar.

Tener un niño con estas características es un reto para los padres, los cuales normalmente no se dan cuenta de las causas del comportamiento de su hijo. Este niño no tiene nada malo en sí, no ha nacido con algún defecto de fábrica. Simplemente, es el reflejo de la situación familiar que vive y ha vivido desde que nació o desde que está en el vientre de su mamá. 

Cuando un niño vive una situación familiar inestable debida a los frecuentes cambios de humor de sus padres, al estrés que se respira en casa, a tensiones entre la pareja, al cansancio y malhumor de sus padres que influye en la relación con él, a la poca interacción con ellos, la poca atención positiva recibida, y encima es víctima de violencia física o verbal como tirones de oreja, bofetadas, nalgadas, gritos frecuentes, es muy probable que desarrolle un comportamiento negativo.

Consecuencias del estrés acumulado de los niños

Los niños pequeños, a diferencia de los adultos, no tienen aún la capacidad para elaborar sus emociones, comprender lo que está pasando a su alrededor y elaborar un plan para desahogar su frustración. Tampoco reciben un acompañamiento emocional correcto que le permita sentir sus emociones y expresarle libremente. No piensan: «Ahora me voy al gimnasio, así me desahogo un poco y libero el estrés acumulado en casa debido a los litigios de mis padres y a los constantes gritos». Simplemente, actúan de forma instintiva, recibiendo muchas veces una represión por parte de los adultos.

Hay niños que se cierran en sí mismos, son más introvertidos y parece que no le afecte mucho esta situación porque parecen tranquilos. Pero les afecta de igual medida, lo único es que interiorizan su malestar, hasta que salga al exterior más adelante con rebeldía repentina o con temor de relacionarse con los demás. En cualquier caso, las consecuencias no van a ser positivas, hasta que no procesen este dolor y malestar que sienten.

Sin embargo, los niños que consideramos malos, no se quedan quietos y pasivos ante esta situación que le genera malestar, manifestando varios comportamientos negativos como hemos visto. En estos casos los padres se frustran y se sienten impotentes ante esa situación. 

Intentarán recuperar su autoridad y controlar a su hijo actuando de forma equivocada, con gritos y a veces con violencia física, empeorando solo la situación. Si te ves reflejado en este escenario, no te culpabilices, no te sientas mal, no tenías las herramientas para gestionar positivamente esta situación y se te fue de las manos. 

Ten la humildad de pedir ayuda para tu bien y el bienestar de tu hijo y experimentarás resultados positivos enormes. Igual que acudimos en seguida al dentista cuando sentimos dolor a una muela, lo mismo tendríamos que hacer cuando vemos que nuestro hijo está manifestando comportamientos negativos frecuentes, síntomas de su malestar, sin esperar que la situación empeore ulteriormente (lo ideal sería formarse incluso antes de tener un hijo, como hacemos con muchas otras cosas, más que confiar en el falso mito del instinto materno).

Responsabilidad de los padres del comportamiento de sus hijos

Recuerda que el niño no tiene nada malo en sí, sus comportamientos reflejan su malestar debido a las circunstancias de su vida, a lo que está viviendo en su hogar familiar y al clima escolar. Es una señal de alerta que nos hace despertar y asumir nuestra responsabilidad total ante los comportamientos de nuestros hijos. No debemos culpabilizarnos, pero tampoco justificarnos continuamente como solemos hacer. 

Si te encuentras estresado, abrumado, agobiado en tu vida, y por esta razón no consigue tener la paciencia necesaria para con tus hijos, ha llegado el momento de revisar tu estilo de vida y encontrar la solución para mejorar tus hábitos y tu rutina diaria. Si sigues actuando de la misma forma que has hecho hasta ahora, seguirás obteniendo los mismos resultados. Nada cambiará por arte de magia. Esa es una ley de vida. 

Sin embargo, si decides asumirte la responsabilidad total de tu paternidad, de tu vida y de los comportamientos de tu hijo, dejando de verlo como un niño malo y problemático, sino como una persona que necesita más atención positiva por parte de sus padres y de su entorno, verás que con el tiempo su actitud mejorará considerablemente.

No somos jueces, somos padres

Espero que quede claro que no existen niños buenos y malos. Seguir etiquetándolos de esta manera no es saludable para ellos, sirve solo a empeorar la situación y a minar su autoestima y autoconfianza. Eso es cierto con toda etiqueta que damos a nuestros hijos. Un niño es una persona independiente que se merece respeto, comprensión y amor. No es un robot, tiene sus sentimientos, sus necesidades, sus límites debido a que su desarrollo cerebral y físico está en proceso. 

No necesita ser juzgado, no somos jueces sino padres. Tampoco necesita presión o que tengamos expectativas algunas sobre su forma de actuar o sus resultados académicos o deportivos. Con esa convicción debemos trabajar cada día en nosotros mismos para ser mejores personas, contribuyendo así al bienestar de nuestro hijo.

Si nos atrevemos a cambiar las creencias y los patrones mentales que hemos heredado en nuestra infancia y que nos transmite la sociedad, estaremos listos para instaurar nuevas ideas que nos ayuden a ser mejores padres y a conectar con nuestros hijos. Te animo a ser parte de esa revolución silenciosa y pacifica que cambiará la sociedad positivamente en los decenios sucesivos. 

Sigue formándote y por supuesto, no te pierdas mi próximo post😜. Si puedes, ayúdame a llegar a más familias posibles compartiendo mis artículos🙏. Si quieres ir un paso más allá y mejorar definitivamente la relación con tus hijos, consúltame para obtener más informaciones sobre mis servicios.

¡Un fuerte abrazo 😍 a todos y hasta pronto!

«No subestimes el poder de tus palabras en la vida de tus hijos»

El 14 de Septiembre de 2022

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