La violencia de genero

La violencia de género: cómo extirpar este trágico fenómeno

La violencia de género: cómo extirpar este trágico fenómeno

Tabla de Contenido

Queridos lectores,

En los últimos 18 años he decidido progresivamente dejar de ver y leer las noticias de los medios de comunicación para no estar continuamente bombardeado por acontecimientos trágicos y limpiar mi mente. Para estar informado, simplemente busco en la red la noticias relacionadas con el tema que me interesa.

Ahora, cuando ocurren noticias trágicas cercanas a mí, es inevitable que me entere y me dan mucha pena. Últimamente, en mi comunidad, una mujer, que había conocido y con la cual había interactuado ocasionalmente, ha sido tristemente víctima de la violencia de género, perdiendo su vida en la Tierra. 

Desgraciadamente, no es ni la primera ni la última persona víctima de este tipo de violencia. Por esta razón creo que la sociedad deba tomar asunto desde la raíz del problema para solucionar este fenómeno, en lugar de limitarse a condenar, a declarar lutos y hacer manifestaciones cuando ya es demasiado tarde.

Este trágico acontecimiento me ha sugerido un análisis sobre el origen de la violencia de género, para que se pueda extirpar este trágico fenómeno para siempre, desde su raíz, o por lo menos reducirlos a casos muy excepcionales. 

Desconozco los detalles de este caso de violencia. Hablaré de forma general de las causas de la violencia de género, sin focalizarme específicamente en este último trágico acontecimiento, del cual ignoro las causas.

Desconozco también todas las estadísticas sobre la violencia de género. En algunos continentes con culturas diferentes, la violencia machista y la sumisión de la mujer es bastante común. Sin embargo, también en países latinos de Europa como España e Italia y también de América, la violencia de género es desgraciadamente bastante común, llegando a veces a epílogos trágicos (puedes consultar las estadísticas en la web).

El origen de la violencia

¿Cómo es posible que un niño, que nace inocente, se convierta en un maltratador de adulto? ¿Y cómo es posible que una niña de adulta se convierta en una mujer pasiva, que acepta violencia por parte de la persona amada?

La semilla de la violencia y de la pasividad se sembra normalmente en la familia y en el entorno donde nos criamos en nuestra infancia. Si intentamos educar y corregir a nuestros hijos con formas de violencias física o verbal, aparte de ser la peor forma de pseudo educar que podemos utilizar como explico en otros artículos, el niño o niña interiorizará que la persona que supuestamente te ama y debería cuidar de ti también te puede provocar dolor y maltrato físico y verbal. Esta es una de las consecuencias negativas más importante del empleo de métodos violentos.

En los casos de violencia, siempre hay una persona que agrede y otra que recibe la agresión. Cuando hablamos de violencia de género, normalmente nos referimos a la violencia del hombre contra la mujer. Vamos ahora a focalizarnos en estas dos figuras, el agresor y la víctima, analizando cómo una persona llega a instaurar estas características a su personalidad.

El agresor

La figura del agresor siempre se ve como el malo, el único culpable. Es cierto que es el más responsable y el que paga justamente las consecuencias penales por sus actos. Sin embargo, pocos se preguntan cómo es posible que una persona se convierta en un maltratador familiar, causando daño a las personas que supuestamente ama, su pareja y sus hijos.

Los estudios nos enseñan que casi la totalidad de los agresores han vivido en un entorno violento en su infancia. Sus padres, o uno de ellos, era violento con ellos, han sido maltratados física y/o psicológicamente en su infancia por parte de las personas que lo cuidaban. Han interiorizado tristemente, con los años, que la violencia es una forma de expresión, que cuando alguien no está de acuerdo con lo que ellos piensan y desean, se merece ser castigado, humillado, maltratado física y verbalmente. 

Muchas veces sus padres, las personas que supuestamente deberían haberles cuidado y amado a lo largo de sus infancias, maltrataban estas pobres creaturas física y verbalmente, cuando se portaban de forma diferente a lo esperado.

Ellos mismos han implantado la semilla de la violencia en el cerebro de estos niños que, una vez convertidos en adultos, adoptarán de forma subconsciente este tipo de actitud también con las personas que aman. Repetirán el tipo de patrón que aprendieron de niño, sin casi darse cuenta. 

Por esta razón, muchas veces, cuando hay trágicos acontecimientos, los agresores mismos dicen que no saben lo que le pasó en el momento de la agresión, que estaban fuera de sí, como poseídos. Realmente estaban poseídos por su pasado, su programación mental, que ha condicionado su subconciencia. 

Está científicamente probado que más del 90% de nuestros pensamientos diarios son inconscientes. Por esta razón, muchas veces hablamos o actuamos de forma equivocada sin darnos cuenta. Por eso es tan importante programar el cerebro de los niños, en su infancia, con sentimientos de amor, compasión, empatía. 

También hay agresores que, aunque hayan sufrido en su infancia, ahora de adulto han asimilado que las prácticas de sus padres eran normales y esperables, que se merecían estos castigos físicos. Piensan que pegar y gritar a sus hijos es una forma correcta de educar, que así aprenden los niños. 

Realmente, con estas prácticas, simplemente están repitiendo patrones erróneos del pasado, sembrando así la temible semilla de la violencia en sus niños. 

La mayoría de los artífices de la violencia de género han crecido en familias donde, no solo se ejercía violencia contra de ellos, sino también había violencia física y verbal entre sus padres. Ha visto en su niñez como su padre maltrataba a su madre, le pegaba e insultaba y como tristemente su mamá subía esta violencia con rendición. 

Lo que ha aprendido este niño es que se puede pegar e insultar a la persona amada, que la mujer se merece estar sometida a la voluntad del marido y que si se porta de forma inesperada, es merecedora de maltrato físico y verbal. 

Cuando sea adulto, si no hay un profundo tratamiento psicológico o un intenso trabajo interior enfocado en sanar estas heridas de su infancia, es muy probable que no consiga superar estos traumas. Las consecuencias negativas pueden ser múltiples. Se encontrará perdido en el mundo, por no haber vivido en un ambiente familiar de amor, en el cual todos los niños deberían criarse.

Por un lado, puede que busque alivio, por esa falta de conexión con su familia, con drogas, alcohol y otras sustancias nocivas que alivian su malestar momentáneamente, empeorando solo su situación.

Por otro lado, también puede que repita la forma de actuar de su padre, formando una familia y cayendo en los mismos errores, muchas veces sin querer a nivel consciente. Pero, hasta que no elevemos nuestro nivel de consciencia, reprogramando también nuestro subconsciente, este último siempre prevalecerá sobre el primero. 

En un artículo no se puede explicar de forma detallada y concisa cómo funciona nuestro cerebro y cómo interactúan nuestros niveles de conciencia y subconciencia en nuestra vida. Lo que quiero dejar claro es que nuestra programación infantil influye en vuestra vida adulta, de forma positiva o negativa, según como hemos sido criados.

Ésta es una de las razones por la cual es muy perjudicial educar de forma violenta, tanto sea física o verbal, a nuestros hijos. Hay que saber que de esta manera les estamos causando varios daños cerebrales, y estos casos de violencia extrema confirman los estudios científicos que se han realizado en estas últimas décadas. 

La víctima

La persona, en la mayoría de los casos mujer, que es víctima de los abusos de violencia de su pareja, es la que sufre las consecuencias peores, en algunos casos hasta trágicas como la muerte. En muchos casos la víctima se convierte pasivamente en cómplice de su agresor, porque en principio permite actos de violencia física o verbal por parte de su pareja, llegando a justificarlo en algunos casos. 

Hasta que el dolor se hace tan insoportable, que algunas mujeres deciden de denunciar su agresor (las estadísticas realmente no son fieles porque solo se refieren a las denuncias reales, pero hay muchos casos de violencias diarias que no se denuncian, sobre todo la violencia verbal).

A nadie le gusta recibir dolor, sufrir y ser maltratado/a. ¿Cómo es posible que una persona pueda aceptar este tipo de maltrato por parte de su pareja, la persona que debería amarla? Otra vez se explica con la educación recibida en su infancia y por el ambiente familiar en el cual ha vivido.

Imaginamos que la víctima sea una mujer, cómo normalmente suele ser. Es muy probable que esta mujer, de niña, haya vivido en un ambiente donde el hombre predominaba sobre la mujer. Es probable que haya vivido situaciones en las cuales su madre era víctima, muchas veces de forma pasiva, de violencia física y verbal por parte de su padre. En consecuencia, habrá interiorizado a nivel subconsciente, que es normal soportar maltratos en una relación amorosa y que hay que estar sometida a la voluntad de su pareja. 

Si además esta niña ha recibido una educación violenta por parte de sus padres, habrá asimilado el concepto que algo mal está en ella y qué las personas que supuestamente deberían amarte y protegerte, también tienen el derecho de lastimarte. Esta es la enseñanza más peligrosa y perjudicial que hacemos cuando educamos con violencia. Si quieres aprender otras forma de educar respetuosa, puedes leer mis artículos sobre educación positiva.

Hay mujeres que han vivido estas situaciones en su infancia, que en edad adulta han reaccionado decidiendo no aceptar el papel de víctima. Sin embargo, hay muchas otras que repiten los patrones de su madre, muchas veces a nivel subconsciente, o que no han superado la injusta violencia recibida por parte de sus padres, y caen en el rol de víctima. 

Desgraciadamente, hay muchas mujeres con baja autoestima y bajo concepto de sí mismas que aceptan que su pareja le maltrate, en cambio de sentirse amada por alguien, aunque sea la persona equivocada. No son capaces de expresar sus emociones, se cierran en sí mismas y tienen miedo a hablar sobre el asunto por temor de las consecuencias o de ser juzgadas.

Cuando le decimos a una niña o a un niño que no está bien llorar, tener rabietas, enojarse, cuando le castigamos física o verbalmente por expresar sus emociones, le estamos enseñando que sus emociones son malas, que su comportamiento no es lo esperado y por consecuencia se merece ser maltratado/a. 

Por supuesto, en estos momentos no pensamos a las repercusiones futuras. Creemos equívocamente que esa es la correcta forma de educar, que a nosotros también nos educaron así y que tampoco somos tan malas personas. Hasta llegamos a justificar nuestra violencia y la violencia que hemos recibido de pequeños por parte de nuestros padres. 

La violencia lamentablemente está aceptada por parte de la sociedad. No nos extrañemos entonces cuando pasan circunstancias trágicas como el asesinato de una mujer por parte de un hombre. De poco sirve manifestar contra la violencia machista, no va a cambiar nada. Tampoco va a servir de mucho encarecer las penas. El agresor ya está muerto por dentro y, aunque es justo que pague severamente por sus actos, eso no va a ayudar que no vuelva a pasar en futuro con otro agresor.

Si el agresor y la víctima son personas adultas, que ya no pueden volver a vivir su infancia de la forma correcta, a la primera denuncia, antes de que pasen tragedias, las instituciones deberían dar soporte psicológico a cada uno. Ambos necesitan sanar sus heridas del pasado, despertar sus consciencias. Que alguien les enseñe que pueden cambiar, que ellos pueden elegir la vida que quieren vivir. Porque no estamos destinados, estamos programados.

Solución a la violencia de género

La sola forma que conozco para solucionar este y otros trágicos problemas de nuestra sociedad (yo diría cualquier grande problema del Mundo) es educar de la manera correcta a nuestros hijos. Las instituciones deberían plantearse seriamente de encontrar la forma de educar y formar todos los futuros padres, para que sepan cómo actuar durante la crianza de sus hijos.

Estoy convencido de que, con una correcta preparación, los padres podrían educar con buenos resultados a sus hijos, formando una sociedad mejor en futuro, donde no quepa la violencia de ningún tipo hacia el prójimo. Donde reine el amor, el respeto, la empatía, la comprensión. 

No es utopía, hay muchas personas que están elevando su estado de consciencia y cambiando su entorno. La mejor forma de mejorar el mundo es cambiar nuestro interior, mejorar cada día como persona, elevándonos a la versión mejor de nosotros mismos.

Ser un buen padre, en mi caso, es mi misión más grande. Mi propósito de vida es transmitir mis conocimientos al número más grandes de personas para poder formar madres y padres extraordinarios, que sepan criar a sus hijos como estos se merecen. 

Formarse como padre es el regalo más grande que podemos hacer a nuestros hijos. Realmente no es importante si decidas hacerlo conmigo o con cualquier otro buen formador y educador familiar. Lo fundamental es que sepas que criar a los hijos de la forma correcta no es fácil, no se nace con este instinto y estos conocimientos. Es algo que se aprende, como cualquier otra cosa en la vida. 

Por eso es normal, inteligente y lógico pedir asesoramiento a quien sabe más sobre este tema. Igual que para aprender a conducir confiamos en una persona que nos enseña a manejar el coche, superamos exámenes teóricos y prácticos para conseguir el carnet de conducir, lo mismo tenemos que ver el rol de padre. Es una tarea complicada si nadie te la enseña y cometerás muchos errores si no aprendes como se hace.

Ahora, en la tercera década del siglo XXI, no hay excusas como en pasado. Hay tanta información que cualquier persona puede aprender sobre cualquier tema si lo desea. Haz de tu formación como padre una prioridad de vida, y verás que al final esta hermosa tarea no será tan difícil como parece.

Invito las instituciones a implantar un carnet obligatorio para padres, empezando a formar los jóvenes desde la etapa escolar. De todos modos, aunque todo el mundo no va a ser padre, lo que aprenderán en estas clases le servirá en su vida mucho más de algunas asignaturas que aprenden obligatoriamente en la escuela en sus largas carreras de estudiantes.

Ahora, aunque todo el mundo tenga el carnet de conducir, hay igualmente muchos accidentes de tráfico diarios y algunos mortales. Imagínese si nadie tuviera el carnet, y muchas personas salieran a la calle sin tener conocimientos sobre conducción, ¿cuántos accidentes habría diarios? Seguramente muchísimos más que ahora. 

Lo mismo ocurriría con un carnet para padres. ¿Habría equivocaciones, accidentes, y algún acontecimiento trágico? Claro que sí, porque cada uno aprende y sobre todo aplica los conocimientos de forma diferente. Sin embargo, como en el primer caso, los accidentes y los fenómenos trágicos de violencia serían sin duda muchos menores.

Hasta que no haya un carnet obligatorio, debemos nosotros ocuparnos de nuestra formación, para el bienestar de nosotros y sobre todo de nuestros hijos. 

Sé el primero de tu generación a romper con tu pasado. Libérate de tus creencias limitantes sobre la educación infantil. Toma consciencia que la violencia, bajo ninguna forma, es aceptable. Que no se puede educar, como en pasado, con violencia física y/o verbal. Toma consciencia de las repercusiones negativa sobre el cerebro de tu hijo y las posibles consecuencias en edad adulta. No siembre la semilla de la violencia y de la sumisión en tus hijos.

Ningún padre creo que quiera ver su hijo/a en el rol de agresor o en el papel de víctima. Estas personas se crean en el núcleo familiar durante su infancia y nosotros los padres somos los mayores responsables. Es una dura realidad, pero es la verdad. Y como dice el más Grande de mis Mentores, cuando conoceréis la verdad, la verdad os hará libre (Juan 8:32).

Empecemos entre todos a ser conscientes que ningún tipo de violencia es admisible. Sobre todo la violencia hacia los niños, sea física o verbal, es intolerable. Cuando veas actos de violencias en la calle o en las casas de algún padre hacia sus hijos, dile que lo que está haciendo está muy mal. Díselo con empatía, mantén la calma y explícale pacíficamente que no se debe pegar a ningún niño, sin caer en los mismos errores de esta persona. 

Probablemente en el momento reaccionará mal, se sentirá atacado y reaccionará a la defensiva. No importa, tú estás haciendo lo correcto haciéndole notar que la violencia es inadmisible, sobre todo contra una persona que no se puede defender y que deberíamos amar y proteger.

Es probable que un día ese padre te sea agradecido para haber despertado su consciencia. De todos modos, habrás actuado de la forma correcta. Cambiemos la sociedad empezando por estos importantes gestos, con valor y con la seguridad de estar actuando correctamente. Estos gestos valen más de cualquier manifestación y contribuyen a prevenir futuras tragedias. 

Espero que este profundo análisis haya despertado la consciencia de algunas personas. Si quieres profundizar estos temas no dude en contactarme, estaré encantado de ayudarte. Pero sobre todo no deje pasar la oportunidad de formarte como padre. Tu hijo/a te lo agradecerá y también las almas de todas estas personas tristemente fallecidas a causa de la violencia.

Un fuerte abrazo, en particular a todos los familiares y amigos de todas las víctimas de la violencia de género 💝.

la violencia de genero

«Algunos hombres creen que ganar dinero y dar órdenes son la base del poder. No creen que el poder está en las manos de una mujer que cuida de todos durante el día y da a luz»

12 de Enero de 2023

Facebook
WhatsApp
Twitter
LinkedIn

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *